[Reseña] Los eufemismos de Ana Negri

Los eufemismos, la novela debut de la escritora Ana Negri (Ciudad de México, 1983), narra la relación entre Clara y su madre, un vínculo intenso que evidencia la complejidad de los afectos que se tejen en las relaciones maternofiliales, así como las luces y oscuridades que dibuja el pasado sobre la vida de ambas.

En la siguiente reseña, Paulette R. Fernández se asoma a los velos que propone esta novela, publicada en Chile a fines del 2020 por Los Libros de la Mujer Rota y recientemente aparecida en México bajo el sello Antílope.

 


 

La problematización del lenguaje, o el hacer de su uso una consciencia latente, es quizás uno de mis temas favoritos al momento de leer un libro, y es algo que Ana Negri aborda en su novela prima Los eufemismos. Publicada a finales de 2020 (Los Libros de la Mujer Rota), propone, desde su título, el uso de un lenguaje que resuena más allá de la literalidad. Los eufemismos son una fórmula que busca esconder, de algún modo embellecer, el verdadero sentido de una frase. En este caso, los eufemismos ocultan los horrores, los traumas, los miedos y los rencores de una madre y una hija.

La historia se divide en cinco capítulos, y aun en esa estructuración funcional de intentar ponerle un orden específico al caos que es la relación madre-hija, existen interrupciones que saltan desde el presente al pasado, y de personaje en personaje. Resulta interesante tomar en cuenta que la antesala a la novela sea una cita de Alejandra Pizarnik:

«Un no, a causa de ese no todo se desencadena. He de contar en orden este desorden. Contar desordenadamente este extraño orden de cosas. A medida que no vaya sucediendo».

En un par de líneas se nos da pie de entrada a una historia contada en un orden que da cuenta del desorden de los hechos, el entrelazamiento caótico de los recuerdos que no pueden sino aparecer desfasados y a modo de irrupciones entre conversaciones, párrafos pausados que son retomados más adelante para terminar el episodio. En ese sentido, la elección de la cita que precede al inicio de Los eufemismos resulta una pieza fundamental que adelanta el panorama que se nos va a presentar.

Con esto entro de lleno al libro. Los eufemismos es una novela que retrata la relación maternofilial entre Clara y su madre. Una relación intensa e inestable, en donde Clara debe lidiar con los episodios de regresión a un pasado traumático en los que cae su madre. Clara se sitúa como el foco o punto de fuga de la madre y de los eufemismos con los que esta intenta velar y poner en palabras los terrores de las experiencias de la dictadura (1976-1983) de la que escapó desde Argentina.

La posición de Clara en esta relación se devela desde su nombre: se vuelve transparente, se hace clara; en su propia vida, va desapareciendo conforme avanza el relato y la enfermedad de la madre se hace más omnipresente. Desde la transparencia que le otorga el nombre, Clara se reconoce atravesada desde la lengua, los acentos irrumpen en su identidad, impidiéndole ser clara al hablar. El exilio que tuvo que vivir su madre desde Argentina hasta México se traslada a la lengua de Clara, quien no sabe cómo ni dónde anclarse al momento de articular su sentir.

[Clara] comenzó a desarrollar una profunda desconfianza frente a las palabras. Una desconfianza que se le volvió familiar y a partir de la cual, poco a poco, empezó a reconocer su propio lenguaje. «No estoy siendo clara» […] Clara detesta ser un adjetivo y en particular ése que le resulta tan ajeno».

Cuando los eufemismos comienzan, la corporalidad de la madre sucumbe ante la imposibilidad de combatir la oleada de recuerdos que la asaltan, el miedo a volver a una época de horrores y clandestinidad la corroen, dejándola como una carcasa que esconde experiencias inarticulables. Por más que la madre intente llenar todos los vacíos con palabras, hay momentos en los que se va hacia adentro, cada vez con más frecuencia y con menos posibilidad de volver a salir. Vive a destiempo y se encuentra escindida entre el pasado dictatorial y un presente que se dibuja como una amenaza inminente. Todos quienes la rodean se convierten en sus enemigos, en cómplices simpatizantes de la dictadura que la forzó a convertirse en exiliada. La persecución vive expectante en los ojos alarmados de una madre cuya condición se reduce a unas cuantas formas eufemísticas que le restan importancia a su miedo.

—Pero es tu mamá. Fue duro lo que vivieron nuestros viejos.

—¡Ay, ya sé, Elías, me queda clarísimo! ¿Y a ti no te parece duro cargar con el peso de algo que ni siquiera viviste?

Esta relación maternofilial es relatada con una visceralidad que da a entender el lugar de enunciación dispar de una madre y una hija, en donde cada una se sitúa en un espacio distinto, develando la distancia que recorren las palabras para llegar de un lado a otro. Se encuentran en el desfase de sentido de lo dicho, y las intenciones malinterpretadas detonan reacciones que exaltan emociones reprimidas de cada una. El temor de la madre se encuentra con el tedio de Clara, quien, al igual que su madre, se encuentra a destiempo en su propia vida por velar por el bienestar de su progenitora, y se encuentra escindida entre los acentos de su pasado (argentino) y su presente (mexicano). Los eufemismos son el arma que le permite articular la dislocación y poner en palabras los silencios cargados de sentidos inexpresables.

 

 


Paulette R. Fernández (Santiago, 1992). Egresada de Licenciatura en Lengua y Literatura de la Universidad Alberto Hurtado. Actualmente cursa el Magíster en Literatura en la PUC. Forma parte del equipo editorial de la revista autogestionada Ouroboros-Sorobouro.

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