había algo
en la noche de esas hermanas
cómo hablaban las cosas que decían
de pronto se encontraban en medio del pasillo
y seguían andando
arrastrando palabras latiguillos
murmullos que no eran
sino globos de aire con grafías
que al unísono trenzaban las tres.
“se sonrojaban como para sostener en sus mejillas
cerezas que nadie había lavado”
el hermano en su cuarto
las oiría
y ellas
oirían al hermano
no había comenzado
y ese párrafo largo
seguramente no era
todavía escribir.
atrapando esas cuatro paredes
sosteniendo esa cueva
-así lo imaginaron-
o según fuera el caso
según fuera la noche de ese día
guardar hasta la rabia
de tener que salir
y con el sobretodo
abrir el aire helado
caminar callecitas
de oscuridad empinada
hasta perder la cuenta
de los pasos que doy.
*
ámbito laboral
ahora me reintegro
bufando una tardanza de casi
seis minutos
afino la mechada pretensión
prevenir accidentes
entre hombres y mujeres timbres
paquetes enzunchados y legajos
al fondo del pasillo está mi padre
puedo verle sin ver
mirarme sin mirar un gesto suyo
basta para salvarme.
*
hoy no se ha levantado y mañana
le traerán de comer -le dejarán el plato
de comida en el suelo-
hoy llega la noticia de la guerra
sobre Austria y Hungría
no pasará la carta debajo de la puerta
de su casa natal
*
me preocupa ese chico
porque ya no es mi hijo
porque es el hijo que amo
a pesar del carácter de las
dificultades
está acá por ser mi hijo.
*
los espectadores se pasman cuando pasa el tren
la “a” sale desprendida de la frase
volando como una pelota.
su seriedad me irrita.
¿sigue estando ahí el bosque?
en sueños le pedí a la bailarina Eduardova
que baile otra vez czárdás.
por la forma de escuchar la noticia
vi que nunca volvería a bailar.
tomé una dirección cualquiera para alejarme
antes le pregunté por qué llevaba tantas flores
metidas en la cintura. “son de todos
los príncipes de Europa” -me contestó-.
escribo todo esto porque estoy desesperado
a causa de mi cuerpo y del futuro
con este cuerpo.
*
las costureras de ropa blanca bajo el aguacero.
podría ser un cuadro o el comienzo de un sueño.
seguramente un sueño interrumpido
otro relato de esos “sin raíz”.
todo lo que le ocurre, de hecho,
es desde la mitad del tallo para arriba.
como malabaristas japoneses su escalera
se sostiene en el aire.
hay a continuación unos dibujos
hechos a pluma. posteriormente y desde acá
siguen apareciendo con frecuencia en todo el manuscrito.
*
amanece y ya tiene los ojos abiertos
descargan la ceniza de la estufa
tintinea la vajilla y silban los canarios
pasa el padre arrastrando su batín
los ruidos se deslizan hasta el cuarto
por la puerta entreabierta.
*
es Ottla, la más joven, la que sale primero a trabajar,
apura el desayuno y corre a abrir la tienda
es ella la que cuenta a su hermano
los chismes del negocio
la única que sabe cuándo “dejarlo en paz”.
con diecinueve años defiende sus ideas
y desafía al padre
si entiende que maltrata al personal.
se afilia a la “Asociación de muchachas
y mujeres judías”, agrupación sionista,
y en los domingos libres
hace voluntariado en un centro para ciegos
– “un entretenimiento peligroso,
ya que esa gente habla tirando de las mangas,
rozando los vestidos”, dirá Franz-.
Es esta misma Ottla,
Otillie que al poco tiempo
en una época en que los matrimonios eran
mayormente arreglados
empieza por su cuenta un amorío
con un tipo que no era judío
que no hablaba ni siquiera alemán.
esa fuerza inmadura simpatiza al hermano,
ella a su vez lo imita,
con él hace ejercicios,
suben a la montaña o nadan el lago,
y por seguir su ejemplo
se hace vegetariana estricta, como él.
*
Fragmento de Las hermanas de Kafka (inédito)
MARIO NOSOTTI (San Fernando, Buenos Aires, 1966). Publicó los libros de poesía Parto Mular (Editorial Último Reino,1998) y El proceso de fotografiar (Viajera Editorial,2014). Entre 2004 y 2006 editó la hoja de poesía Música Rara. A partir de una beca del Fondo Nacional de las Artes trabaja sobre la obra del poeta Juan L. Ortiz. En 2018 Club Hem publicará su libro inédito La casa de la playa. Administra el blog Música Rara.