CUARTO EPÍLOGO
Ya no lucha por llegar hacia las cosas.
Resbala por encima de su forma y su uso.
Dentro de los esqueletos hay claves
imposibles de percibirlas a contraluz.
Pueden ser un sonido, un eco giratorio.
Relojes amarillos alejándolo del amor,
ese invento centrípeto, entrópico, castrense.
Sueña como si fuese algo ya lejano
con la inquietud y el temor. Con el sabor.
Con el aire pesado de las sorpresas.
Dentro del océano de su incertidumbre
crece una burbuja a manera de idea.
La presiente, la acaricia, la paladea.
Si ensayase un movimiento los verbos
inquilinos de su dermis, dejarían de respirar.
Se propuso a sí mismo abandonar en la orilla
las armas. Su revolución quechua.
Tiene filamentos fibrosos creciendo dentro
de su memoria, con forma de ataúdes
herméticos como poemas, etcétera.
Trata de olvidar, pero la certeza no es
como su amor, lo suficientemente angosta.
De Gavia (2010)
–
NO SE TRATA DE TI, ES OTRA COSA
Luego, después siempre dicen lo mismo. Cuando te conocí creí que el mundo se podría reducir a tus labios. Bah, una mentira muy pertinente, sí. Una mentira… y mientras te conocía comencé a comprender como el mundo —que podría ser una hoja en blanco— podría ser todo lo que tocabas —como Midas tocaba el prepucio de sus hermosos niños pelirrojos— y caber en el espacio vacío donde detenías tu mirada. Me erizas pero me quieres pura.
Me depilo.
Me perturbas.
Si me maquillo.
Si me espantas.
Dicen tus razones son muy extrañas, no las entiendo para nada.
Pero acaso uno se puede deshacer de las viejas costumbres, tirarlo todo como a una casa por la ventana, en medio de la llanura de la noche. Borrar de sí toda la voluntad de resistir. (?) Pero ahí estaban las ansías de los primeros días sin sentir siquiera las invasiones. Invasiones nacidas en la boca de la sangre. Descubrir, creer, conocer, palpar. Verbos transitivos quizá, pero sí transitorios.
Por eso comencé a horadar con mis yemas territorios en tu piel. Comencé a perseguir tu mirada en la sucesión de los días. A recoger leña seca en tus bosques para combatir el frío de la memoria, del puro recuerdo. Comencé. Al principio no mentía tanto. Tu cuerpo en cambio no hacía ningún esfuerzo. Se tomaba de las barandas, tomaba ascensores. Sacaba punta a los lápices. Hacía falsas promesas. Olvidaba la hora de las citas por no salir de casa, por no acomodarse dentro de un traje. Le distraía el polvo que en las clavículas de los roperos nombraban ausencias. Comencé. Los viajes de trabajo eran cada vez más frecuentes. La primera vez estaba muy ebrio. Luego como una bola de nieve todos fuimos rodando y rodando. No es una excusa, lo sé. Las llamadas telefónicas eran frías y esporádicas. La ética ronda cual perro asustado mostrando los dientes, esperando el momento de regodearse en los charcos de sangre nacidos de una yugular anónima e implacable. Por ello no se puede excusar con palabras aquello no hecho de palabras. No es el miedo a la separación, sino a reconocer otra vez a mi piel como mía. En cambio tu mano seguía suspendida con el teléfono en el aire. Del otro lado todos se habían marchado. Las tormentas son fáciles y felices a pesar del me afeito me quieres me mendigo.
Me hieres me curo.
En la vida hay amores que nunca. Es preciso saber guardar la calma.
Tu amiga te aconsejaba un retraso, un limbo. Te proponía ir a una tierra de trenzas y listones. —descripciones al azar que tomadas de varias historietas crean una ciudad en tu imaginación—. Por eso te regalaba más referencias topográficamente precisas
que constituyen estéticamente
uno de los numerosos signos que llevan al lector hacia el desenlace.
Tu amiga que había abortado seis veces golpeando su cuerpo contra las cuatro esquinas de las mesas. Te mentía porque el arte. “Por favor por favor por favor puedes hacer el favor de callarte, por favor.” Es suficiente con la radio. Del otro lado ya todos partían. El teléfono era un oscuro estropajo frío y mudo brillando entre el decorado de la escena. “Me siento muy bien. No me pasa nada. Todo bien” Comencé. Que fácil hubiese sido todo, en cambio. Solo quedan fotos viejas que miro y repaso… esa pésima manía tuya de recordarlo todo. De no dejarte explotar. Entonces no prestábamos tanta atención a los detalles.
A través de un detalle con horror he descubierto que el amor es siempre comenzar, y nunca detenerse.
Ahora todo es diferente, pero. Ya no hay esa estación de trenes ni el bar que se ve en las tapas de las guías turísticas.
Yo también soy adicto a las viejas fotografías.
A esas que dejas olvidadas cuando te vas
pero que en realidad las dejas para que le duela, para que no olvide.
En su lugar crece un mercado de artesanías. Puras cáscaras.
Nada de detalles.
De Cover (2013)
–
LA REGIÓN OSCURA
Se da cuenta de cómo ella sonríe.
Miran las fotos donde ella aparece
y donde todavía no andaban juntos:
lo llama la región oscura.
………………..Mi primer amor tenía doce años y las uñas negras.
Los días sobre los que él no nada sabe.
Fotos donde la ve reír cuando el sol sale,
cuando mira los trinos, cuando.
………………..Mi primer amor se iba de mi espantado
………………..de mis doce idiomas y de mi tontería socialista.
Hay algo impune en todo eso.
Vuelve su mirada a las fotos y se sabe
roto: las estrategias en clases
de econometría son más transparentes
………………..Mi segundo amor tenía quince años, pecas
………………..en todo el cuerpo, sin ideas, sin familia,
………………..demasiado futura, excesivamente femenina.
para él que ese alejamiento progresivo,
como átomos de hidrógeno
luego de encontrarse a mucha velocidad.
………………..Mi segundo amor me abandonó como en un tango.
Una forma de ceremonia sentimental,
¿no es cierto? Algo que resulta hasta
ridículo. Ella, claro, no lo ignora todo.
Cierra el álbum de fotos y coge otro,
………………..Mi tercer amor me consoló con sus ojos lindos
………………..y con las doce faltas de ortografía de su última carta.
se acomoda en el sofá,
lo abre sobre su regazo
y le muestra los viajes,
los lugares, las anécdotas.
Quieren contarse cosas.
………………..Mi cuarto amor no tiene nombre.
Entrar más allá (lo que se estila siempre)
hasta donde incluso no es posible.
La velocidad es lo ridículo,
algo tan pequeño, nimio, risible,
………………..Mi cuarto amor fue en un viaje en bus interprovincial
………………..por más de siete horas y la luna llena sobre los cerros.
y los sentidos no lo llegan a captar a fondo.
Él se va a convencer que está todo bien
y va a pensar en algo para estar en calma.
………………..Mi cuarto amor me violó.
En malabaristas ebrios trepando
la torre de termitas de quince metros.
En piedras semipreciosas ardiendo
como nieve dentro de su cerebro.
………………..Mi quinto amor olía a perro mojado,
………………..a tarde de cinema, a ropa interior, a pan caliente.
Grietas agazapadas debajo de la superficie.
La dejará allí en la sala con un buenas noches,
nos vemos mañana; regresará a su casa,
………………..Mi quinto amor tenía 28 años, maestro estatal,
………………..no comprendía a Martín Adán aunque lo leía bastante.
va a prender la radio,
va a fumar mirando el teléfono.
Cuando alguien otra vez pregunte,
esto también será parte de la región oscura.
–
ERROR DE CAPA 8
Imagen cerrada al aire convexo y estanciado no vuelvas por tu moneda en cada balsa ni te acerques más al sol que se derrite. ¿Qué es alguien? Banana banana banana. Tienes un hijo, un adverbio, una casa. ¿Qué podría faltarte? Hay un límite a la cantidad de sensaciones que alguien puede obtener. Las categorías de lo humano y cuanto lo niega están difuminadas. ¿Qué diferencia a una mano del celular? Si los surrealistas pensaban en la velocidad diferida entre el pensamiento y la escritura, esta se ha resuelto. Banana banana banana. Una mosca da con su vuelo contra la telaraña como una flor llamada Marchita. Las tasas de deserción escolar cada vez son mayores, pero aún tenemos libre albedrío. Mira que afuera en los caminos vecindan sombras y ladran como locos: con hambre y silencio como alguien que podría ser yo dedicado a escarbar en nuestro sobre del mes para tener por donde dormir. Dejados como somos les dejamos a las máquinas el dejo de salvarnos. ¿Y si tu router deja de funcionar? Banana banana banana. ¿Qué es ser alguien? Un humano. Tengo chips y bites dentro, ¿con esto puedo serlo? Pero por el contrario, amé demasiado. Hasta el punto de lo intacto. Hasta llegar a perderlo. No es como se piensa. Es más parecido a aprender un oficio, aunque sea el de estafador. Ahora me hundo con todos mis bugs y cableado en las rocas. Ahora aquello es un camino pantanoso y desolado perdido en el monte. Día a día solo tomo del cosmos energía. ¿Hay aquí algún alguien? Banana banana banana. Banana banana banana.
De Siga este pájaro (inédito)
–
MARTÍN ZÚÑIGA CHÁVEZ (Cusco, 1983). Ha publicado Relatos /5, Gavia, Pequeño estudio sobre la muerte, Cover, la antología de poesía joven arequipeña Rastros/Rostros y recientemente la editorial 3600 ha publicado una selección de su poesía bajo el título Exhumación de las Naves. Su obra ha recibido varios reconocimientos, como el Premio Ángel Martínez Baigorri y el Premio Martín García Ramos, en España; el Premio Desiderio Macías Silva, en México; el Premio Javier Heraud y el Copé, en Perú, entre otros. Es editor de Conde de Lemos Servicios Editoriales, integrante del comité organizador del Festival Internacional de Poesía de Arequipa, y desde hace una década realiza el proyecto LAE LEA Perú.